Desde principios de este año la Residencia y Centro de Día Los Llanos Vital ha comenzado una colaboración muy especial con la asociación La IAIA: realizar todo tipo de labores con lana para donarlos a sus causas solidarias.
La idea surgió en el propio taller de «El tiempo entre costuras», todo un clásico en Los Llanos, que tiene lugar los miércoles y los viernes por la mañana en nuestro salón de Centro de Día y en el que colgamos cada día el cartel de «aforo completo», dado su gran éxito. Tal y como explica Mariví, alma impulsora del taller de costura y que también colabora activamente con La IAIA, “les comenté que podíamos trabajar juntos y a todos les encantó la idea”. Así que, dicho y hecho. La IAIA comenzó a enviar ovillos de lana y, además, pusimos una caja para recoger las lanas de todo aquel que quisiese donarnos las que ya no fuera a utilizar. Y con estos mimbres y la ilusión puesta en el objetivo final, todas las integrantes de «El tiempo entre costuras» comenzaron a dedicar las mañanas de los miércoles a tejer para La IAIA.
Fundas de lana para libros y libros de lana para proteger a las abejas
En primer lugar, tejieron con vivos colores fundas para libros con las que, además, participan del movimiento bookcrossing -gracias al cual los usuarios dejan por calles, parques o estaciones los ejemplares que ya hayan leído para que “viajen” y sean descubiertos por otros ávidos lectores-.
Y, paralelamente, nuestras mayores han pasado a formar parte del proyecto SOS Abejas, que está desarrollando la asociación La IAIA para concienciar de la importancia de proteger a esta especie. Su labor, en este caso, consiste en fabricar un libro muy particular con seis páginas de lana en el que se cuenta cuáles son las principales amenazas para las abejas y cómo podemos ayudarlas.
El poder terapéutico de la costura
“A mí lo que me gusta es coser, así que me apunto a lo que haga falta”, comenta María, una de las más activas en estos talleres que, desde hace tiempo, demuestran el gran poder terapéutico de la costura. Y si no, que se lo pregunten a Petra, que tampoco se pierde ninguno: “yo aprendí a hacer ganchillo con 65 años y ahora no paro”, reconoce.
No en vano, la atención que requiere cada labor les ayuda a concentrarse y, sobre todo, a desarrollar una habilidad especial con las manos. Aunque, para ellas –alguna vez ha participado algún mayor pero, realmente, el equipo está completamente formado por mujeres-, lo importante es que pasan un buen rato juntas, charlando y compartiendo inquietudes, y que cada labor tiene un objetivo.
“Se las regalan a familiares y amigos o las donamos para mercadillos o causas solidarias, como en esta colaboración con La IAIA”, concluye Mariví. Y, como a estas alturas, nadie pone en duda que es una de las actividades que más disfrutan, si además el fin es una labor solidaria… ¿Alguien más se apunta a compartir charla y labor y buenos sentimientos de satisfacción?